Cuando comencé a meditar, casi 15 años atrás, me fue difícil poder llevarlo a la práctica cotidiana dentro de mi casa. Iba como mínimo dos veces por semana, a un centro donde nos juntábamos a meditar (lo que los budistas llaman sangha). Las únicas veces que meditaba en mi casa era cuando por alguna razón no podía ir a las meditaciones semanales. Llegué a ir 4 veces por semana. Con el paso del tiempo la necesidad de hacerlo en mi casa y a solas fue aumentando. Ya no podía ir tantas veces al centro y me parecía que meditar en casa iba a ser de gran ayuda.
Fue difícil pero después entendí algunas razones de por qué lo fue. Hoy quiero contarte 3 consejos para que vos puedas estar logrando meditar en casa mucho más fácilmente.
1- Entender la meditación
La definición correcta sobre la meditación es «entrenamiento mental». En este sentido hay muchos tipos diferentes de meditación. Sin embargo, en este blog, cuando hablamos de meditación, hablamos de mindfulness. El mindfulness o atención plena, es el tipo de meditación que más se ha estudiado por la ciencia, en occidente. Sus efectos están comprobados y son muchos, cómo he relatado en varios posts.
Sin embargo el mindfulness no es tan sencillo. Entenderlo cognitivamente, es decir, intelectualmente no es tan difícil pero hace falta llevarlo a una práctica, a una experiencia.
Veamos esto.
El mindfulness es «Prestar atención, momento a momento; recordarse estar presente, con una actitud de curiosidad, compasión, aceptación y de no juicio.
Si bien la idea es clara, la verdad que poder aceptar compasivamente lo que sea que aparezca, no es nada fácil. Poder mirar y suspender los juicios tampoco, y mucho menos querer observar lo que la conciencia traiga. Después de muchos años yendo a un centro de meditación yo me encontraba con personas que aún no entendían (ni siquiera intelectualmente) esos principios. Mucho menos lo podían llevar a la práctica y lograr meditar en sus casas.
Seguían repitiendo frases tales como «no logré relajarme» o «en la meditación me fui a otro plano» o «no logré poner la mente en blanco» o «no logré concentrarme».
Entender la meditación es entender que el trabajo está en observar esa mente que habla y ese cuerpo que siente. Está en volver una y otra vez, y que justamente lo que hace que nuestro cerebro evolucione es esa repetición. Soltar nuestra exigencia y podernos abrir a la experiencia. Entender la meditación es dejarnos de pelear con ella. Y aceptar por más displacentero que algo sea. Eso es difícil cuando uno está solo en su hogar pero es necesario hacerlo para poder meditar en casa.
2- Genera el hábito de meditar en casa
Sobre este tema hablamos y hablaremos mucho en este blog, yo en su momento había varias cosas que desconocía al respecto.
En la vida, sin darnos cuenta, vamos realizando actividades cotidianas, repetidamente, que vamos incorporando como hábitos. Tal vez al subir al auto realizo una secuencia de pasos (colocar el cinturón, colocar el estéreo, prender las luces, etc) repetidamente y eso se habitúa de tal manera que empiezo a perder conciencia de cuándo y cómo lo hago. Mi mente lo realiza por sí misma sin intervención de la conciencia.
Pero hay otras actividades que requieren de la participación activa de la voluntad y de la conciencia. Ir al gimnasio, por ejemplo. ¿Qué necesitamos para poder generar ese hábito?
Bueno, acá podríamos hablar horas, pero lo que me parece importante enumerar en este posteo es que para formar ese hábito tenemos que tener en claro nuestra meta, nuestro objetivo. Confiar plenamente que es un proceso y establecer una meta diaria. Tal vez en un principio me proponga 15 minutos. Esa meta es suficiente al iniciar.
Es importante que pueda darle un lugar en el día (preferentemente siempre a la misma hora) y que vaya anotando mis progresos. Cuando un día no puedo, no frustrarme y continuar con mi objetivo.
Si respeto esa meta, poco a poco va a ir instalándose como una practica regular y mi mente y mi cuerpo me van a pedir esos 15 minutos. Cuando eso suceda, la posibilidad de meditar cotidianamente será mucho más concreta.
Los budistas hablan de la motivación genuina, como la fuente que podría llevarnos a realizar esta actividad que hoy en día consideramos anti intuitiva.
Además de la motivación poder manejar nuestras voces críticas, nuestros boicoteadores internos, reconocerlos y no dejarse llevar por sus cantos de sirena. Es decir, aprender a trabajar con los miedos, enojos y frustraciones que a veces nos bloquean.
3- El síndrome de la rana en la olla de agua hirviendo
Si se pone una rana en una olla con agua, que se va calentando poco a poco, a razón de 0,02 grados por minuto, la pobre se queda tan tranquila y muere achicharrada. Sin embargo, si la rana entra en el agua hirviendo, directamente salta. Este es el denominado síndrome de la rana hervida.
Es decir que cuando no percibimos los cambios porque estos se dan poco a poco, no tomamos acción, no modificamos nada.
Un ejemplo de esto es la adicción al cigarrillo. Un porcentaje muy alto de personas deja de fumar cuando se enferman (otros ni con eso). Después de veinte o treinta años, cuando se enferman reconocen lo perjudicial de la sustancia y abandonan el hábito.
Si a un fumador le dijeses «si pitás una vez más ese cigarrillo, morís instantáneamente…» es probable que ya no lo haga, pero como el efecto es poco a poco no lo reconoce.
Esta es la razón por la cual somos capaces de soportar hábitos que nos van dañando y también la misma razón por la cual no adquirimos hábitos que son buenos pero en el largo plazo.
Tanto el ejercicio físico como la meditación tienen altísimos beneficios. Muy pocos de esos beneficios se notan después de una sesión. Tal vez notes algún cambio de humor o de energía, pero no es posible notar los cambios que empiezan a gestarse y que se terminan dando con la práctica sostenida.
Es importante entonces reconocer y saber que esos cambios se van a ir dando y que muy probablemente no los reconozcas, no te des cuenta.
Hace unos años con mi pareja fuimos a ver a un amigo que me conoce desde mis veinte años. Después de un rato mi amigo le dice a mi compañera «vos tuviste suerte, conociste al Rodo que se ríe». Ese efecto fue producto de un cambio personal que inició con la práctica sostenida de la meditación, pero que no se produjo de un día para el otro.
Te invito entonces a reflexionar sobre estos aspectos, si lo que estás queriendo es sostener una práctica cotidiana en tu hogar.
¿Cuál de estos se da en tu situación? ¿Creés que podés modificarlo al leer estas palabras? Podés preguntarme lo que quieras comentando abajo.
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