
La vida moderna no funciona justamente como un facilitador para quien decide empezar a meditar o, sostener su práctica. El día a día repleto de actividades dificulta, y mucho, que uno decida darle unos minutos a simplemente no hacer nada más que observar su respiración o el cuerpo.
Las responsabilidades, los hijos y la mirada ajena son factores que el meditador tiene que transitar en su odisea de poder dedicarles unos minutos a la meditación formal.
Hoy quiero contarte tres aspectos que a mi me ayudaron mucho y son muy simples.
1- Hora y lugar.
El cerebro funciona mucho mejor cuando se habitúa a realizar algo. Si nosotros vamos cambiando constantemente la manera en que hacemos las cosas, puede que ejercitemos algunas funciones del cerebro, pero estaremos dificultando el establecimiento de un hábito.
Si queremos que la meditación empiece a ser un hábito en nuestras vidas entonces es preciso que le dediquemos un espacio determinado dentro de nuestra casa o trabajo, y un horario determinado. De esta manera es mucho más sencillo que nuestro cerebro entre en sintonía con la actividad.
En mi caso, me levanto una hora antes que el resto de mi familia, porque sé que la meditación pagará con creces esa hora de descanso perdida, y utilizo un pequeño lugar frente a la ventana. Tengo un zafu y una alfombrita lista y a mano para todos los días echarla frente a la ventana y sentarme a realizar mi práctica formal.
A veces tenemos que alternar, algunos días meditar en casa y otros en el trabajo, lo ideal es que conservemos un espacio dedicado a eso. Ese lugar contará con una energía que nos facilitará el proceso.
A veces tenemos que alternar con respecto a los horarios, si bien uno puede meditar en cualquier lado, es preciso que se HAGA el espacio, que se haga el tiempo y no que espere que el tiempo aparezca de la nada. Nos hacemos el tiempo para bañarnos, cepillarnos los dientes, e incluso para mirar alguna serie a diario. Es preciso entonces que dediquemos un rato a meditar y cuidar de nuestra salud mental.
2- Motivación.
La segunda de las razones por las cuales te está costando sostener tu práctica de meditación tiene que ver con la motivación relacionada con la práctica misma. Es decir, nuestro accionar diario está relacionado con la búsqueda de logros. Pocas veces uno hace algo por el simple hecho de hacerlo. O lo hacen para ganar dinero, o para disfrutar, o para descansar y, por lo general, el resultado, la consecuencia de la acción es inmediata. En el caso de la meditación y sobretodo de la meditación mindfulness, perseguir un objetivo va en contra de la práctica misma.
Realmente sentarse a no hacer nada no parece ser algo que hoy en día se puede valorar.
Realmente sentarse a no hacer nada no parece ser algo que hoy en día se puede valorar.
Es sabido, de todas maneras, que la práctica sostenida del mindfulness trae como consecuencia numerosos beneficios. Sin embargo estos beneficios no resultan ser inmediatos, y en una cultura que, debido al desarrollo de las tecnologías entre otras cosas, se caracteriza por ser una cultura de lo inmediato y cortoplacista, que no resulte un beneficio inmediato genera un marketing negativo.
Es por ello que es necesario aprender a no hacer y cultivar el estado de sólo ser. El desarrollo de una práctica que eventualmente traerá algunas consecuencias positivas pero que no es preciso que nos sentemos a meditar pensando en ellas. Sólo aquellos que lo incorporan como parte de su rutina diaria, tan elemental y básica como darse una ducha, sin cuestionarla son los que logran sostenerla en el tiempo. Con la conciencia clara que implica una manera de sostenerse y mirar el mundo. Que implica una manera de traer orden a nuestra realidad interna.
A partir de esta comprensión la motivación empieza a aparecer, reforzándose cuando frente a la ausencia de práctica nos notamos más tensos o dispersos. reforzándose también cuando después de un tiempo empezamos a notarnos diferentes, con mayor capacidad para pensar, más paciencia, más capacidad para transitar nuestras emociones, entre otras cuestiones.
3- Falta de contención y apoyo.
El meditador que no es experimentado, se encuentra frente a una situación particular. Muchas veces en vez de acudir a algún lugar decide utilizar videos de youtube, cursos online, y demás opciones. No es que esto esté mal, pero esa manera de abordar la meditación es muy limitada. Entre otras limitaciones, no se encuentra en conexión con personas reales que funcionan como apoyo y contención.
Es probable que acudir a algún grupo que realice meditaciones funcione como un espacio donde la persona pueda sentirse más cómodo, con otros que hacen lo mismo y que pueden entender sus dificultades. Puede que la exploración del otro resulte beneficioso para mi propia exploración. También puede llegar a sentirse mejor cuando cuenta con alguien más experimentado con quien hablar de los cambios que puede ir viviendo en su práctica y en su vida diaria. La meditación, sobre todo la vipassana o mindfulness no siempre es un lecho de rosas, hay momentos donde la persona puede atravesar situaciones emocionales muy complejas y no contar con el suficiente y adecuado apoyo puede ser contraproducente.
Meditar con otros siempre es agradable, sentir lo que sucede en esos espacios es único. La energía de campo que se percibe en esos lugares (cuando se trabaja una meditación Metta por ejemplo) es una energía sanadora y transformadora. Hay muchas opciones para realizar esto. Lugares que hacen meditaciones semanales, o los cursos de dos meses como el que realizamos en Eligiendo Caminos, en la zona sur del gran Buenos Aires.
Te propongo que urges y te fijes cuáles son los condicionamientos que hoy no te permiten sostener la meditación a lo largo de los días. Si este posteo te gustó o interesó dale me gusta, compartilo o debatilo.
Lic. Rodolfo Falcón.