En el desarrollo de la psicología cognitiva se ha puesto mucho énfasis en el estudio de cómo procesamos la información. A partir de esto se ha entendido este efecto psicológico , llamado sesgo cognitivo, que produce una desviación en el procesamiento de lo percibido, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama en términos generales irracionalidad.
Los sesgos cognitivos surgen como una necesidad evolutiva que permite emitir juicios rápidos para reaccionar ante ciertos estímulos o situaciones. El cerebro es incapaz de procesar toda la información disponible y filtra selectivamente. Si bien puede conducir a errores, también puede conducir a acciones más eficaces, permite adoptar decisiones más rápidas, cuando la inmediatez es el mayor valor.
Hoy queremos hablar de algunos sesgos muy comunes que pueden llevarte a aciertos, pero también a grandes errores.
El Sesgo de confirmación.
El sesgo de confirmación es el atajo mental que nos lleva a buscar, favorecer y recordar la información que confirma las creencias que el sujeto ya poseía desde antes de la búsqueda. Generalmente da mucha menos consideración a las alternativas que contradicen sus supuestos.
Su particularidad tiene que ver con la selectividad al reunir la información que confirma la creencia. Es muy fácil reconocer este sesgo en los medios de comunicación, en las posturas políticas y la selección del material interpretado para confirmar tal decisión.
De esta manera una persona que considera que el gobierno X fue negativo, elegirá aquellos aspectos que confirmen su idea y dará poca o nula importancia a los aspectos que lo contradigan.
En este sesgo existe un efecto de primacía irracional, es decir que se tiene mayor confianza a las primeras experiencias tenidas con algún hecho, que a las más recientes, y la correlación ilusoria, que es cuando la gente falsamente percibe una asociación entre dos acontecimientos o situaciones.
El sesgo de confirmación contribuye al exceso de confianza en las creencias personales y puede mantener o reforzar estas creencias ante evidencias contrarias. Se han encontrado decisiones pobres debido a este sesgo en contextos militares, políticos y de organización. Así como también en las relaciones interpersonales, en donde uno puede llegar a mantener vínculos a pesar de las pruebas reales y concretas de su inconveniencia.
Sesgo de la responsabilidad externa.
Usualmente las personas tienen la tendencia a depositar la responsabilidad de sus decisiones en agentes externos. Este es un comportamiento típico de la especie, y también es evolutivo, ya que es la tendencia a seguir a un líder para lograr sobrevivir.
En cambio, la capacidad contraria, la de parecer superior y no controlable por los demás, no es otra que la capacidad para ser líder. El líder además se caracteriza principalmente por su capacidad de influir en las emociones de los que le rodean, rasgos que pueden llevar a diferentes niveles de manipulación. La capacidad para ser líder puede haber sido motivada por una aversión a la pérdida de control. Estos comportamientos se encuentran en los comportamientos evolutivos heredados de las asociaciones en manadas, luego tribales y más tarde en organismos de poder.
Aquellos que no fueran capaces de derrocar al líder o estamento de poder deberían estar con él. Por otro lado, las probabilidades de supervivencia fuera del grupo son reducidas. Esto lleva a pensar que la consciencia ha evolucionado para crear un mecanismo que facilite la asimilación y permanencia agradable con los líderes, entregando y facilitando la propia voluntad.
Este sesgo y su sentido evolutivo, participarían en la explicación de varios comportamientos supuestamente incomprensibles. La obediencia a la autoridad, por ejemplo; el síndrome de Estocolmo; los movimientos políticos dictatoriales; la decisión de formar parte de ejércitos; las conductas interpersonales de sumisión como el masoquismo, o las relaciones dependientes. Por otro lado, la dificultad para decidir, la «paradoja de la opción» por ejemplo, también estarían relacionadas con este sesgo cognitivo.
Objetivamente, los resultados de la libre elección son mejores y más afinados que sin la elección; sin embargo esto es obviado. Esto es así debido a que la libre elección crea, cuando los resultados son recordados, un sentimiento de culpa autoinfligida por la tendencia de poner unas mayores expectativas cuando existe libre elección. Sin libertad de elección, el individuo se libera de culparse y de la responsabilidad incluso cuando los resultados fueron menores a los esperados. El sesgo en las expectativas y la selección de pertenencia al grupo, explican por qué independientemente del lugar en el que nos encontremos todas las comunidades poseen figuras líder, y es porque la evolución ha propiciado una consciencia que alimenta y gratifica positivamente la sumisión a este.
Aversión a la pérdida.
El tercer sesgo que quería comentarles era el de la aversión a la pérdida. Este refiere a la tendencia de la gente a preferir evitar pérdidas, sobretodo monetarias, antes que conseguir ganancias monetarias equivalentes. Las pérdidas, entonces, en la toma de decisiones tienen un peso mucho más fuerte que las ganancias.
La aversión a la pérdida parece jugar un papel en la explicación de numerosos fenómenos sociales. En un proceso de negociación sindical, por ejemplo, es difícil concretar acuerdos debido a la aversión a la pérdida. La causa es que las partes negociadoras se mostrarán contrarias a hacer concesiones a cambio de otros beneficios, puesto que sienten la pérdida de forma más dolorosa que una ganancia de similar cuantía. Por poner un segundo ejemplo: En una campaña política, la medida de subir o bajar los impuestos no provoca el mismo efecto entre los votantes. La aversión a la pérdida supone que una subida de impuestos provoque una respuesta (negativa) más intensa que la que pudiera provocar una bajada de impuestos de la misma cuantía.
Este sesgo, junto a otros, también pueden incluirse en el entendimiento de la frase «mejor malo conocido que bueno por conocer» frase que ha motivado y aún motiva a muchas personas a permanecer en vínculos que, entiende, no son nada beneficiosos.
Conclusión
La idea de presentar estos sesgos es acercarnos al entendimiento de porqué tomamos malas decisiones y nos golpeamos, más de una vez, con la misma piedra. Estos sesgos nos mantienen atados a creencias que nos juegan en contra, a personas que nos dañan y a comportamientos de los cuales no terminamos de responsabilizarnos. Conocer estos mecanismos mentales supone un replanteo de ciertas actitudes, comportamientos e ideas que venimos sosteniendo tanto a nivel personal como social.