La inteligencia emocional es un concepto que viene desarrollándose desde hace décadas. A partir de ciertos estudios se ha podido determinar que esa capacidad es importante a la hora de poder conseguir los objetivos de la vida. Una persona emocionalmente inteligente tiene la capacidad de motivarse y de motivar a otros, de perseverar a pesar de las posibles frustraciones, de controlar los impulsos y transitar las emociones de maneras ecológicas.
Me gustaría comentarte cinco maneras posibles de mejorar esta capacidad.
1- Meditación.
No es casual que coloque como primera cuestión a la práctica de la meditación. Según Richard Davidson, el creador del Centro para la Investigación de Mentes Saludables, neurocientífico experto de la universidad de Wisconsin, la práctica de la meditación literalmente modifica ciertas partes del cerebro. Estas se corresponden con el desarrollo de comportamientos vinculados con la inteligencia emocional, a saber:
La compasión; la posibilidad de reponerse rápidamente a las situaciones adversas o traumáticas (resiliencia); la capacidad de permanecer durante períodos más largos en un estado de felicidad; La capacidad de prestar más atención; y también el desarrollo de la propiocepción son algunas de las ventajas de practicar asiduamente la meditación.
A partir del estudio con MRI (una tecnología que permite el estudio del cerebro) en monjes tibetanos y practicantes novatos, logró determinar las ventajas de esta práctica.
Poder sobreponerse a la frustración, conocerse y poder tener una conexión diferente con los demás son las más relevantes.
Por todo esto podemos decir que el primer consejo para aumentar la inteligencia emocional es aprender a meditar.
2- Escuchar al cuerpo:
Las emociones se corresponden con cambios fisiológicos que afectan a nuestro cuerpo. Cuando se activa el proceso de una emoción toda nuestra disposición física cambia. Emociones como el miedo, o el enojo, se manifiestan liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina, por las glándulas suprarrenales. Estas se vierten en la sangre y se distribuyen por el cuerpo afectando la circulación y la respiración, generando un estado fisiológico de alerta, de lucha o de huida. Si uno permanece por demasiado tiempo bajo el efecto de estas hormonas o el impacto es muy fuerte, entonces entra en estado de estrés.
Cuando una persona tiene estrés puede percibir cansancio, sobre exigencia e incapacidad de descansar. Pero, sobre todas las cosas, se produce una saturación a nivel cerebral que afecta las relaciones interpersonales y la capacidad para inhibir comportamientos impulsivos no adaptativos.
La mejor forma de detectar todas estas cuestiones es estando atentos a las señales que nos da nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo nos habla con mucha precisión. Estar atentos, por ejemplo a las contracturas, sobretodo en la espalda, producto de la tensión que generan los estados emocionales. Atentos a nuestro descanso y la posibilidad de dormir de corrido y sin pesadillas. Atentos a sentir el cuerpo cansado y sobretodo a la incapacidad para descansar.
Escuchar el cuerpo nos dará la posibilidad de parar a tiempo, no sobrecargar nuestro lóbulo frontal y permitir desarrollar nuestras capacidades emocionales.
3- Empatía
Empatía viene del griego empátheia (emocionado) y refiere a la capacidad individual de comprender el universo emocional del otro, vivenciar lo que siente y compartir sus sentimientos. Algo así como poder ponerse en la piel del otro.
Comprende tres aspectos diferentes. Por un lado conocer los sentimientos del otro; por otro poder sentir lo que siente el otro y finalmente responder compasivamente a eso.
La empatía tiene un protagonismo social muy importante, lo que favorecería el desarrollo de las relaciones sociales y de la conciencia social y personal. A nivel neurológico podríamos decir que es posible gracias a la participación de la percepción, de nuestro centro emocional, la amígdala, y también gracias a la ayuda de las neuronas espejo. Estas se activan cuando una persona desarrolla la misma actividad que está observando ejecutar por otro individuo. Estas neuronas nos permiten poder asociarnos a las emociones del otro.
Para desarrollar esta capacidad lo más importante es poder estar centrado, poder escucharse. Ser capaz de definir las propias emociones y no interferir a la hora de percibir al otro. Cuando podemos ser un canal de receptividad sin interferir con nuestro propio diálogo interno, viendo, escuchando y conectando con el otro, somos capaces de ser más empáticos y compasivos.
Estamos educados en base al error, creyendo que hay una única forma de estar, sentir y comportarse; al dejar estos condicionamientos de lado, al abandonar los prejuicios somos capaces de ser más empáticos.
4- Mirar desde otros lugares la misma situación.
Una de las grandes limitaciones con las que vivimos suele suceder cuando estamos centrados en una única manera de ver las cosas. Existen limitaciones biológicas, culturales, familiares y también algunas propias de la experiencia de cada uno que suelen colocarnos en un único lugar para afrontar una situación. Cuando esto sucede podemos llegar a encontrarnos sin una respuesta satisfactoria, lo que nos lleva a estados de frustración y enojo.
Sin embargo tenemos la posibilidad y la capacidad de ver las cosas de diferentes maneras. A veces tan sólo alcanza con sentarse y contar a un ser imaginario sentado enfrente nuestro, las limitaciones de nuestra manera de ver la realidad, para luego cambiar de asientos y observar cuál es esa otra mirada que podría darnos el ser imaginario que ve todo desde otro lugar.
La terapia suele profundizar en estas cuestiones, pero la cantidad de recursos que uno puede encontrar, en películas, libros, personajes, cursos, y la propia experiencia es enorme.
Cuando comencé la facultad, contacté con la antropología, y de allí, me fui a leer sobre otras culturas. Lo que encontré, y lo que aprendí, me permitió replantearme lo limitado que me encontraba. La vida es infinita y cerrar todas las puertas a una única visión, el clásico «es blanco o negro» no suele ser la mejor opción.
Si querés desarrollar esta capacidad, simplemente fomentá tu flexibilidad a la hora de opinar y de pensar sobre aquello que te aqueja.
5- Motivación
La motivación es una de las capacidades de la inteligencia emocional más valoradas. Quienes tienen esta capacidad pueden desarrollar más y mejor las áreas de la vida que son importantes para si mismos.
Motivarse es un arte. Existen varios elementos relacionados; uno de ellos es el diálogo interno. Pasamos gran parte del día dialogando con nosotros mismos y si somos capaces de ir modificando ese diálogo interno para llevarlo a estados deseados, entonces podremos ir modificando nuestra fisiología y nuestro estado emocional. Por otro lado es importante que el objetivo, el futuro que estamos imaginando sea positivo y esté en la línea de nuestro deseo. Para ello es importante ser capaz de aceptar y estar en sintonía con nuestro deseo.
Finalmente también podríamos agregar que a la motivación le ayuda mucho el poder ir observando los avances, por más pequeño que sea. Poder ir reconociéndose los méritos y generar una retroalimentación positiva puede ser fundamental.
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