La meditación y el Mindfulness ha llegado a occidente para quedarse. Si bien se ha instalado como una moda en la nueva generación progre y psicologista que convive con el neoliberalismo, es una práctica milenaria. Esta inserción apurada y utilitaria trae algunas complicaciones pero también ha acercado esta filosofía a muchas personas que realmente tienen la intención de adentrarse en el tema. En esta inserción apresurada se la ha desfigurado y se ha dicho que sirve para muchas cosas. Se han generado, por lo tanto, muchos mitos alrededor del tema. Hoy les traigo 6 de los más usuales.
El Mindfulness es para relajarse
Cuando realizamos los talleres en zona sur de Mindfulness e Inteligencia emocional nos encontramos con personas que no conocen del tema. Vienen buscando una introducción que les permita acercarse a lo que es el mindfulness. Por lo tanto muchas veces traen pre conceptos sobre el tema, creencias o ideas que han escuchado en otros lados. Una de las más comunes es la de creer que la meditación mindfulness es PARA relajarse. Es decir, consideran que la finalidad de la práctica o de esta manera de conectar con la realidad, es relajarse.
El mindfulness no tiene esa finalidad. De hecho proponer relajarse al sentarse a meditar puede incluso dificultar que esto suceda. La gente se acerca pensando que a partir de la meditación va a poder relajarse porque últimamente no logra hacerlo.
Suelo frustrarlos antes de empezar y decirles que abandonen cualquier idea de «lograr relajarse».
La práctica del mindfulness suele activar el sistema parasimpático y promover un estado relajado. Esto sucede como consecuencia de abandonar cualquier propósito, enfocarse en el presente y ser consciente de la respiración. Si la persona va a estar pendiente de si se relaja o no, va a interferir en este procesos natural y espontaneo que suele pasar.
También es cierto que muchas veces lo que uno procesa en la meditación no es relajante ni agradable. A veces se enfrenta con estados caóticos de la mente y esto dista mucho de estados relajados. Por lo tanto podemos afirmar que este tipo de meditación no es para relajarse. Es para conectar con el presente y con nosotros mismos. En ese proceso puede que uno se relaje, pero sólo como consecuencia, no como finalidad.
Mindfulness es poner la mente en blanco,
Otro de los comentarios más frecuentes. «No logro dejar de pensar» o «No logro poner la mente en blanco». Cuando me dicen estos estamentos, suelo responder «¡Menos mal!». Dejar de pensar lo relaciono con la muerte. Mientras vivamos nuestro cerebro va a tener electricidad y circulación y por lo tanto va a generar pensamientos. Serán estos acelerados o más lentos, serán dispersos o enfocados, serán escuchados como gritos o como susurros, pero seguirá habiendo actividad cerebral.
Cuando uno realiza una práctica de meditación como esta de la que estamos hablando, uno sabe que es probable que disminuya la cantidad de pensamientos. Al enfocar la atención en la respiración o en el cuerpo, se va aquietando la mente. Este proceso de estabilización mental es muy importante y se enriquece exactamente en el momento en que volvemos a enfocar nuestra mente, después de darnos cuenta que está dispersa.
Por lo tanto el mindfulness se trata más de volver a traer la mente al presente que de dejar de pensar.
El Mindfulness es algo religioso, espiritual.
Si bien el mindfulness viene de la palabra pali Sati que ha sido traducida como atención plena o atención correcta. Si bien hunde sus raíces en el budismo, practicar mindfulness no nos hace budistas. Dentro del budismo la atención plena es la manera de relacionarnos con la realidad para poder salir de la ilusión y del sufrimiento. Pero incluso para los budistas, ofrecer la técnica de meditación formal es una invitación a que las personas conecten con el presente, consigo mismas y puedan mejorar su calidad de vida. No se trata de una creencia religiosa. No proponen que crean en algo, sino que experimenten y vean qué pasa.
Por otro lado, muchos que meditan creen que al hacerlos son seres más espirituales. Esta es una concepción que no logro comprender del todo. Si acaso tenemos espiritualidad, entiendo que esto debería ser parejo en todos. Lo que si puede cambiar es que nos interesen los temas vinculados con lo que se denomina espiritualidad, pero esto no nos pone en un lugar diferente al resto.
Con el Mindfulness logramos evadirnos de la realidad
También, de los que más escuché. «Estaba meditando y me fui». Mi pregunta a eso suele ser «¿adónde?». Este mito es el menos justificado de todos aunque entiendo porqué sucede: Cuando uno realiza mindfulness y conecta con el presente, sale de las proyecciones de la mente. Es decir, al prestar atención a la respiración, por ejemplo, uno deja de generar escenarios negativos en su mente. Cuando eso sucede aprende a transitar las dificultades de una manera diferente. Pareciera entonces, que cuando la mente no es reactiva, la persona que medita no se hace tanto problema. Las cosas parecieran importar menos, como si uno evadiese la realidad.
Pero es todo lo contrario. En realidad lo que uno hace es no proyectar. Lo que uno hace es conectar de una manera diferente con esa realidad. Uno sale de la mente imaginativa, y aprende a conectar con lo real. Conecta con lo que sí está sucediendo.
El Mindfulness es para todos:
Que el mindfulness sea para todos y para todo es uno de los mitos que se han generado a partir de la proliferación de investigaciones y notas. No todas las investigaciones tienen rigurosidad científica como para poder afirmar tal estamento. Es evidente que si bien es una práctica muy positiva, hoy por hoy no puede afirmarse que sirva para todas las personas. Tampoco puede decirse que sirva para todas las dificultades.
Pensarlo de esta manera también es pensarlo de una manera muy utilitaria y hay que entender que esta práctica propone una manera diferente de relacionarse con la realidad.
Se sabe que el mindfulness sostenido puede servir para complementar y trabajar la ansiedad y la depresión. Se conoce que tiene numerosos beneficios que pueden ser consecuencia de su práctica. Por eso ha sido utilizado en muchos tratamientos. Pero no sirve por ejemplo para trabajar las demencias o los trastornos borderline.
En ciertas ocasiones he intentado practicar una sesión de mindfulness con algunas personas que han rechazado completamente la práctica. Sin saber por qué, pero aceptándolo, no he vuelto a intentarlo con ellos. Esto también supone que no todo el mundo puede vincularse positivamente con esta práctica o sostener la motivación para hacerla.
Hay muchos mitos alrededor de este tema, y muchas veces estos mitos operan negativamente. Alejan a las personas de esta práctica o hacen que sea considerada de una manera errónea. Aprender, investigar, leer puede acercarnos a estas prácticas milenarias y ver qué sucedes. En días donde lo rápido y el hacer están de moda, estás prácticas son la resistencia, y también lo más saludable.
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