
Cuando en la consulta recibo una persona que vivió una gran ofensa, o que produjo un gran daño, siempre me encuentro con la misma dificultad. La dificultad de perdonar o perdonarse. El dolor de la ofensa permanece, y la herida sigue abierta. Hasta que no se concreta el perdón ese dolor irá carcomiendo. El rencor corrosivo puede derruir progresivamente nuestras fibras más esenciales sin dejarnos conectar con nuestro costado amoroso. Sin dejarnos conectar con la plenitud de la vida. Es necesario poder mirar de otra forma para desarrollar salud y bienestar en nuestras vidas. Es preciso poder vincularse de una manera diferente con nuestro pasado.
Hoy quiero compartir un análisis sobre las dificultades para perdonar; ¿Por qué nos cuesta tanto? ¿Cuál es la razón por la que no logramos soltar el dolor? ¿Por qué somos tan duros con otros o con nosotros mismos?
Definición de Perdonar
Según la página de etimología.dechile,net la palabra perdonar viene del prefijo per que indica una acción completa y total, y donare, que significa regalar. Así que el perdón es un acto de completa dádiva o generosidad por parte del que perdona. En su origen el término significaba «regalar definitivamente un acreedor al deudor aquello que le debía.
También el prefijo per significa persistir en una acción (hasta el fin, completamente, a través o a pesar de los obstáculos). Así que el significado de perdonar también puede significar «seguir dando», que puede referir a no dejarse llevar por el mal recibido, ni buscar venganza.
Si queremos comenzar a sanar (como comentamos en esta entrada) entonces debemos trabajar sobre estos aspectos y encuadrarlos de una manera que nos permita crecer.
Dificultades para generar el perdón
Cuando hablamos de perdonar, entonces, puede que nos encontremos con algunas dificultades para que podamos realizarlo honesta y tranquilamente. Errores de concepción puede impedir ese movimiento y dejarnos atrapados en emociones destructivas. A continuación algunas formas de mal entender el perdón.
Perdonar significa que me tengo que olvidar
El olvido como mecanismo de defensa es totalmente inconsciente e involuntario. Nadie olvida por voluntad una situación. Si perdonar fuera olvidar, entonces esto sería muy peligroso para el ser humano, ya que las personas no aprenderían a discriminar entre personas peligrosas de aquellas que no lo son. Perdonar no es olvidarse del hecho, sino de alguna forma desafectivizarlo internamente. Dejar de estar enojado o de sostener ira internamente.
Nuestra mente cognitiva puede racionalmente entender que ese hecho es necesario tenerlo en cuenta, pero es preciso que la carga emocional que uno dispuso en esa situación ya no perturbe las fibras esenciales del alma.
Es volverse indolente
No, tampoco estamos diciendo que una persona se niegue a sentir. Sentir algo por una situación es totalmente lógico y humano,. pero permanecer en la emoción, dejarla encapsulada es signo de posible enfermedad. Si entendemos la enfermedad como las medicinas vitalistas que suponen que cuando la energía se traba uno enferma, podríamos decir que encapsular una emoción de ira, bronca, o enojo, puede llevar a enfermarnos. Por lo tanto es necesario encontrar mecanismos y formas de transformar esa emoción en algo que sea menos negativos en el cuerpo. Canalizar la emoción fuera del cuerpo para no continuar sufriendo innecesariamente.
No es obligación
Durante mucho tiempo hemos estado obligados a perdonar. Culturalmente se fuerza a las personas a perdonar. La religión judeo-cristiana basa su dogma en el perdón de Dios sobre los humanos, pero también en que cada uno de nosotros perdonemos las ofensas. Los niños también son obligados a perdonar sin tener el mínimo registro de lo que genera el odio, el enojo o la bronca, ya que por medio de la obligación del perdón se pretende invisibilizar esa situación.
Perdonar debe provenir de nuestro interés, y de la percepción cabal de lo que genera en nosotros el no perdón. Te invito a tener una percepción mindful de cómo te afecta el no perdón durante toda tu vida.
Perdonar no te hace más bueno o mejor
Esta es una gran limitación a la hora de perdonar.
Cuando las personas por perdonar creen que son mejores o más buenas, entonces entran en un lugar de arrogancia y de creer que tienen más derechos que la persona que generó el daño. Ese encuadre no permite que el hecho se realice de una manera saludable, sino que pervierte el acto. Perdonar es un acto que se genera entre iguales, personas con los mismos derechos ya que nadie, ni una sola persona en el mundo es completamente inocente. Todos hemos generado dolor en algún momento, intencional o no. Por lo tanto considerarnos un igual al otro es lo que puede permitir que el perdón se realice.
Mientras uno mire de arriba al otro, como diciéndole «yo soy mejor» entonces el perdón no se lleva a cabo, sino que se trata de manipulación.
Perdón no implica seguir viéndose
Muchas veces he escuchado «y que querés? que vuelva como si nada?» como entendiendo que si alguien perdona una ofensa entonces esta diciendo que pretende que las cosas sean igual que antes. Esto no es necesariamente así. Perdonar implica soltar el dolor y el enojo que la situación me genero. Significa reconocer que eso que sucedió me dolió y que fue difícil. Pero no necesariamente implica que entonces tenga que continuar como antes. En cambio, podría pensar que a pesar que solté el enojo y el dolor, decido en base a mi experiencia, y en base a lo que creo que va a hacer más rica la vida mía y del prójimo, tomar un camino diferente o apartado. Esta decisión, por tanto, es independiente de soltar el enojo.
No implica Justicia
De la misma manera que algunos se sienten superiores a partir de haber sido ofendidos y colocan al ofensor por debajo, están los que perciben la situación desde la idea de la justicia. no es justo tal cosa o tal otra.
Esto se debe, en parte a que los seres humanos basamos las relaciones en la reciprocidad. Cuando se genera un daño esa reciprocidad se rompe y exige una reparación. Si el individuo dañado no es compensado o no se venga, percibe alguna forma de injusticia, término que en psicología se denomina «injusticia percibida». Cuando la persona se instala en este sentir, es probable que su vida se vea entorpecida y muestre peor pronóstico en enfermedades y trastornos psicológicos.
Bert Hellinger propone el equilibrio amoroso que es ir reduciendo la diferencia entre el ofensor y el ofendido haciendo que el ofendido haga un daño mucho menor al recibido hasta que el intercambio llegue a cero.
Pero sabemos que instalarse en la creencia de la justicia puede encerrarnos en la espera de que suceda algo que nunca va a venir. Es preciso entender que a veces las cosas no resultan justas.
Voy a quedar como un boludo
Otra de las cuestiones vinculadas con el poder y con el lugar en que nos coloca el perdón. Esta también la he escuchado mucho y tiene que ver con creer que al perdonar algo, uno le está haciendo un regalo al ofensor. Tal vez a partir de la definición etimológica.
Entonces encima de ser la víctima de la ofensa, la persona tiene que hacer algo por el otro. Automáticamente uno se percibe como demasiado bueno, «un boludo». Por lo tanto, el orgullo obliga a que uno mantenga el enojo o la bronca consigo mismo, lastimándose. Es como si al no perdonar sostuviéramos una dignidad que perderíamos al hacerlo. Es preciso que dejemos que el ofensor se responsabilice de su ofensa y que nosotros de nuestro sentir y de no dañarnos más a nosotros mismos.
Estas fueron algunas dificultades, en una entrada próxima hablaremos de las diferentes alternativas al perdón y de qué manera podremos estar generándolo de una manera más orgánica a nuestras vidas
Rodo, qué interesante… jamás leí tan bien explicado lo que significa «perdonar»… y lo que puede provocar al ofendido/herido y al que ofende/lastima.. gracias!!!!