La parábola del laúd

Un Laúd

#Cuento

Cierto día Buda vio que las piedras de un pedregoso camino estaban manchadas de sangre. Al preguntar de quién era esa sangre, alguno de sus discipulos le dijo.
– Señor, es la sangre de los pies descalzos de tu discípulo Sona. Como no logra controlar perfectamente su mente, se desespera y se castiga caminando de arriba abajo por este pedregoso sendero, con los pies descalzos.

Sona, antes de ser monje, era músico y provenía de una acaudalada familia. Tenía un carácter alegre y despierto. Desde que había renunciado a la vida secular, se dedicaba a su práctica de manera mucho más asidua que nadie. Sin embargo, no lograba acercarse al estado de iluminación. 

Buda visitó a Sona y sabiendo que este había sido un gran músico de la laúd le preguntó:
-Sona, cuando dejabas las cuerdas de tu laúd demasiado sueltas, ¿sonaban bien?
-No señor, y además podían engancharse.
-¿Y cuando las tensabas demasiado=
-Tampoco señor, y además podían quebrarse.
-Pero ¿y si no las tensabas demasiado mucho, ni demasiado poco, entonces sonaban bien?
-Entonces señor -contestó el músico- sonaban a la perfección.
-Pues bien, Sona, así debe uno esforzarse, ni demasiado, ni demasiado poco, sino de la manera correcta.

Reflexión

Esta parábola budista, en algunos lados la encontré con la cítara, en otros con la laúd, y hace referencia a una actitud central para afrontar la vida.
El camino del medio. Ni exigente o complaciente. Ni tortuoso ni placentero. No se trata de tener todo o no tener nada.

Es el camino de en medio, ya que se mantiene alejado de los dos extremos. Uno de ellos es el extremo de la indulgencia en los placeres de los sentidos, el intento de extinguir la insatisfacción por la gratificación del deseo. Este enfoque da placer, pero el disfrute ganado es bruto, transitorio y carente de contento. En este sentido podríamos decir que en este extremo uno sería negligente, condescendiente y hedonista. Por lo tanto, el Buddha describe la indulgencia en los placeres de los sentidos como “baja, común, mundana, innoble y no conducente a la meta”.

El otro extremo es la práctica de la auto-mortificación, el intento de obtener la liberación castigando el cuerpo. Este enfoque puede provenir de una aspiración genuina por su liberación, pero funciona dentro del ámbito de una suposición errónea que hace que toda la energía invertida resulte estéril. En este otro extremo la persona se vuelve exigente, rígida y cerrada. Por lo tanto, el Buddha describe este segundo extremo como “doloroso, innoble y no conducente a la meta”

Estos estados pueden relacionarse con la negligencia por un lado y con el estrés negativo por el otro. Este tipo de estrés sucede cuando una situación sobrepasa ciertos límites o cuando persiste más allá del tiempo correcto. Saber cuál es el punto correcto para cada uno, surge de una observación atenta y constante de uno mismo. Reconocer y actuar en función de no caer en estados de estrés, ya que estos pueden ser fuente de enfermedades varias.

Esta reflexión es una maravillosa manera de entender cómo transitar el estrés, como plantearse internamente la manera de no estresarse.

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