Los malos entendidos alrededor del mindfulness que entorpecen tu práctica

La práctica de la meditación mindfulness fue instalándose poco a poco en occidente, a partir de los años 80. Por oleadas, la práctica de la meditación fue haciéndose cada vez más habitual. En los años 70 el movimiento hippie había permitido el ingreso de prácticas que promovían estados de paz o de relajación. Por lo tanto al principio se asoció la meditación a la cultura hippie.

Más tarde, cuando tomó relevancia el movimiento new age, se vinculó las prácticas de meditación a ese movimiento. Dentro de ese movimiento proliferan los libros de autoayuda, mensajes de gurúes y referencias abundantes a la espiritualidad. Esto permite que ciertas personas se acerquen con gusto, pero también mantiene alejadas a otras que observan toda esta cuestión de la «espiritualidad» como algo ajeno y poco serio

Pero a partir del progresivo aval de la ciencia, y de la observación de los múltiples beneficios, el mindfulness empezó a expandirse hacia otras áreas. Empezó a utilizarse en centros médicos, en tratamientos psicológicos. Empezó a enseñarse en los colegios y también a utilizarse en las empresas más importantes y reconocidas del mundo.

Todo este movimiento acercó al mindfulness a la gente, pero también lo degeneró. Hoy por hoy existen miles de definiciones y muchos malos entendidos alrededor de esta práctica que esta siendo usada, tal vez, en demasía.

Por eso la idea de este post es poder discernir algunos malos entendidos, más allá de los clásicos, como el de poner la mente en blanco o el de relajarnos.

Disfrutar el momento

Hace un par de años, cuando decidí empezar a compartir material por internet busqué en youtube los videos más vistos sobre la definición de Mindfulness. Me sorprendió que en muchos de ellos se hablaba de disfrutar del presente como uno de los aspectos centrales de la práctica. Entiendo que existe un mal entendido alrededor de la idea de estar presente. Estar presente es central, y es probable que se pueda disfrutar, pero de ahí a afirmar que la práctica tiene que ver con el disfrute, me pareció mucho.

Cuando comencé a practicar, en el año 2007, estar sentado una hora frente a una pared observándome, no parecía ser una idea disfrutable. Mantener mi atención en la respiración en una posición a la que no estaba acostumbrado era más parecido a una tortura que al placer.
Observar la locura de la mente, los dolores del cuerpo, o la impermanencia de lo que sucede no es necesariamente una situación de disfrute.

El disfrute no es parte constitutiva de la práctica. No como un objetivo, una meta o una condición. Es probable que haya cosas que al hacerlas con atención plena las podamos disfrutar mucho más. Comer por ejemplo, puede ser mucho más disfrutable, prestando atención plena. Pero prestar atención plena al dolor no lo hace disfrutable. Observar la muerte no lo hace disfrutable.

La palabra disfrute hace referencia a una experiencia más hedónica. Pareciera estar vinculado con el placer. En cambio la práctica del mindfulness o mejor dicho de las ciencias contemplativas apuntan al desarrollo de la felicidad genuina.

Si bien el disfrute nunca fue un objetivo, en mi caso, la vida se volvió mucho más apacible a partir de que comencé a meditar. Mas consciente. Menos loca. Y eso vino acompañado de la posibilidad de disfrutar mucho más del presente. Es decir que si bien no es parte constitutivo, ni tampoco un objetivo, muchas veces es una consecuencia.

Es un tipo de concentración.

Otro de los errores comunes es el de homologar el concepto de concentración al de la práctica de meditación mindfulness. Este error lleva a aberraciones como la de creer que si respiramos profundo y aumentamos nuestra capacidad de estar enfocados, entonces estamos teniendo una mente mindful. En este sentido una persona que está esperando para asesinar a alguien con un arma estaría realizando mindfulness.

Una mente concentrada no siempre está en un estado mindful. En un estado mindful la persona además de estar concentrada también está siendo consciente de lo que le está sucediendo. Es capaz de observarse y evaluarse con respecto a lo que le está sucediendo. Acompaña a la práctica de atención el desarrollo del discernimiento y la sabiduría. También acompaña la compasión como un elemento central de la práctica.

Dentro de las prácticas de mindfulness, están las prácticas de shamata, que se llaman prácticas de calma mental. Estas prácticas buscan la concentración de la mente, ya sea en la respiración, en el cuerpo, o en los sonidos, por ejemplo. Usar la concentración para poder salir de la mente conceptual y lograr disminuir nuestra rumiación.

Pero esta práctica es sólo una parte de la experiencia. Podríamos homologar a esta práctica como la práctica de limpiar el lente de un microscopio. Una vez que logramos esa calma mental puede advenir mayor claridad mental, mayor capacidad de insight o incluso podemos utilizar nuestra mente despierta para poder observar la realidad y desarrollar nuestra sabiduría. Es decir que la práctica de la calma mental está asociada a la posibilidad de desarrollar el discernimiento. El discernimiento de lo que nos lleva a la felicidad genuina y lo que nos aleja de ella, por ejemplo.

Volviendo al ejemplo del microscopio, limpiar el lente es sólo una parte, después uno debe acercar la mirada y mirar el objeto de estudio.
Cuando estamos concentrados, si no hay una intención de observar la realidad, ver qué nos sucede, desarrollar nuestra sabiduría entonces… no estamos haciendo mindfulness. Simplemente estamos concentrados.

Para que esa concentración tenga que ver con el desarrollo del mindfulness tiene que estar acompañado de aceptación, curiosidad, amor y discernimiento. Sino simplemente estamos enfocados, como lo puede estar una persona que está realizando un programa de matemáticas u alguien observando una película.

Es una forma de compensación

En el 2013 Ronald E Purser escribe un libro que denomina McMindfulness en donde muestra cómo el mindfulness se instaló en occidente de una forma funcional al sistema capitalista. Las empresas más importantes e innovadoras y los programas de entrenamiento de 8 semanas derivaban en generar personas que con escasa práctica mejoraban su sintomatología psicológica y también mejoraban su rendimiento pero que no cuestionaban ni cambiaban nada del sistema explotador en el que estaban viviendo.

Cuando el mindfulness es extraído de la tradición budista, se lo extrae, en principio, sin tener en cuenta la ética budista. Es decir, una serie de entendimientos y prácticas que son las consideradas como elementales para la liberación del sufrimiento y que le dan un sentido particular a la práctica de la meditación.
Se extrae esta forma de prestar atención y se la ajusta a diferentes formatos, laborales, educativos, etc.

Esto generó un debate de si es propicio que el mindfulness se enseñe de tal manera que cuestione los modelos y los sistemas politicos y sociales, o simplemente lo utilizamos como una manera de ajustarnos a un sistema que cada vez exige más y más.

Sucede algo parecido cuando las personas se acercan a la práctica debido a un malestar físico o psicológico, y después de la mejoría abandonan la práctica y continúan con la vida que está generando esos malestares sin preguntarse o cuestionarse nada.

A mi manera de ver, la práctica de la meditación y la idea del mindfulness necesariamente nos lleva a preguntarnos qué nos sucede con la experiencia. Necesariamente nos lleva a preguntarnos sobre el cómo llegamos donde llegamos. Tal vez para que este aspecto de la práctica se revele hace falta constancia y tiempo. Hace falta dedicación.

Con prácticas de 5 minutos estoy hecho

El primer día que me senté a meditar, medité una hora de corrido. En ese momento tenía 28 años y era, ciertamente, como lo soy hoy, una persona sumamente inquieta. Estar quieto una hora fue un desafío grande, ya sea porque no debía moverme y por otro lado porque la postura me resultaba exigente. Pero era el tiempo que se practicaba.

Unos años después realicé un curso de mindfulness para terapeutas y empezó a haber mucho en internet. El tiempo de meditación medio que me encontraba era de 30 minutos.
Después fueron 20 minutos. Y ultimamente me estoy encontrando con cantidad de videos y personas que proponen meditaciones de 7 minutos, 5 minutos.

No tiene nada de malo realizar pausas de cinco minutos, sentarse y respirar un ratito antes de una tarea o si venimos muy ajetreados con la vida que venimos llevando. Pero nuevamente si sólo hacemos esto hay algo que se pierde. La duración de la práctica es importante no sólo porque para que haya realmente cambios neuronales o modificaciones cerebrales hace falta mucha más práctica, sino porque despues de un determinado tiempo uno empieza a lidiar con otro tipos de obstáculos que son necesarios sortear en el camino de la meditación

La mente de mono como se le llama, aparece en el silencio cuando uno está períodos más prolongados en silencio.
En este sentido, la práctica se sostiene mucho mejor en los retiros, cuando una persona practica varias horas al día. O cuando tiene la determinación ferrea de hacerlo en el día con un mínimo de veinte minutos.

Es decir que para poder lograr los beneficios que plantea la ciencia occidental, es necesario una práctica diaria más larga, y si vamos a los planteos provenientes del budismo, la práctica debe ser de 24horas al día. Llegar a la liberación, o al samadhi, no sucede a partir de sentarnos cinco minutos. Es por ello que de una u otra forma, meditar cinco minutos al díj

Donde queda el samadhi y la liberación del ego

De estos temas vamos a hablar más adelante, pero el mindfulness en el contexto budista está relacionado no sólo con la manera de prestar atención sino con la posibilidad de lograr fundirnos con la realidad, más allá de la mente conceptual. A partir de ese suceso la posibilidad de salir del ego y del sufrimiento no parece algo tan lejano o místico.

Enlas corrientes occidentales al querer quitarle lo «filosófico», lo «metafísico» del budismo, también le extrajeron todo el contecto ético, toda la lógica motivacional, y también la posibilidad de que sea aplicado de una manera coherente.

Por suerte en los últimos años, están corrigiendo esta amputación, y tomando conciencia de los otros elementos convenientes están logrando formaciones más congruentes y coherentes.

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