Maradona Luz y Oscuridad

Aún lo recuerdo bien.
Estábamos en la habitación de mi abuela y mientras ella permanecía acostada, mi papá miraba atentamente desde la mesa.

El Uruguayo Victor Hugo relataba el partido con el corazón en la mano, como un Argentino más. Yo tenía 7 años. y de tanto en tanto salía al patio y pateaba una pelota de plástico contra la pared o imitaba torpemente los movimientos del Diego.

No recuerdo el momento del gol o tal vez los recuerdos se me mezclan con la decena de veces que lo vi y lo escuché posteriormente, pero sí recuerdo mi felicidad. Recuerdo ver a mi papá gritando, fervorosamente. En ese momento nacieron en mí, al igual que en el corazón de todos los niños que estábamos mirando, las ganas de realizar una jugada maravillosa y anotar ese gol definitivo.

Esa fue una de tantas. Recuerdo también la final contra Alemania y el gol del Tata Brown. Mi hermano mayor festejando arrodillado frente al tv casi espejando al defensor. También la angustia de la final del 90 y cómo festejamos el agónico triunfo ante Brasil. Recuerdo la indignación del mundial 94´cuando lo veíamos salir de la cancha ante Nigeria con una enfermera (Estábamos en la casa de mi amigo Germán y nunca antes habíamos visto una escena así).

Fueron muchas situaciones y sin duda fueron situaciones que se quedaron grabadas en mi corazón.

Pero no soy Maradoniano. Hace tiempo me alejé del mundo del futbol y de los nacionalismos. Sin embargo siento el agradecimiento por esos momentos, y también siento y respeto el dolor de la gente que lo quería. Me conmueve ver tantas personas llorando… y obviamente también me conmueve saber que otros se vieron afectadas por su conducta. Rara vez una persona generó tantas controversias tan profundas.

Cuando en el consultorio recibo a un paciente, sea lo que sea que le pase, sea víctima de una situación o victimario, me lo imagino como un potencial en mí. Yo también podría haber tenido esa vida, y esa dificultad. Tuve la suerte de tener la vida que tuve, y lo agradezco, pero reconozco que la actitud del otro es un potencial en mí que incluso puede llegar a surgir en determinadas circunstancias. Cómo decíamos en la escuela de Constelaciones familiares «Nada de lo humano me es ajeno.»

Por lo tanto no me interesa juzgar a Maradona, para eso hay otras instituciones y otras figuras. Yo prefiero verlo como un ser humano con sus luces y sus sombras.

Su luz alumbró la vida de muchos. Muchos chicos crecieron queriendo ser Maradona y se dedicaron al futbol por ello. Otros se pararon detrás de su imponente figura y se sintieron protegidos. Algunos lo vieron como una fuente de inspiración. Y logró lo que ningún otro jugador de futbol pudo, romper todas las grietas del fútbol: Con Maradona no importaba si eras Bilardista o Menotista; Rico o pobre; De Boca o de River.

Sus goles a los ingleses fueron el grito ahogado de un pueblo que veía en ese hecho la posibilidad de disminuir en parte su dolor por las pérdidas en la guerra. Su gol fue una obra de arte, la justicia poética que la nación necesitaba para mitigar aunque sea un poco, el dolor.

Su manera de pararse ante la FIFA, ante el Papa, y ante cualquier entidad poderosa que existiera también fue el grito de los desprotegidos y oprimidos. Por eso fue el referente del pueblo. Fue la ilusión de que cualquiera que viniera de barrios bajos podía pararse ante los más poderosos del mundo y cantarle las 40 en la cara.

Por otro lado su sombra también afecto la vida de otros tantos. Representó la irresponsabilidad, y la soberbia. Actuó imprudente e impunemente afectando a personas, adultos, niños y sobre todo a sí mismo. Su actuar irresponsable causó dolor y también se erigió como un estandarte de eso. La trampa, la irresponsabilidad y la soberbia.

En un sólo partido pudo mostrar ambas partes. la habilidad y el arte y la trampa.

La controversia con Maradona pasa por lo que él representa. A diferencia de muchos otros símbolos como Borges que era un gran escritor pero también un fascista, o Ghandi de quien se dice que era golpeador y que fue vinculado con Hitler (entre muchos otros) en el caso de Maradona, él representa la luz y también la sombra. El virtuosismo y la trampa. El hacerse cargo y ponerse todo sobre la espalda y la irresponsabilidad más visceral que puede estar representada en negar un hijo.
La luz y la sombra.

Maradona no es el representante de la contradicción sino de la condición humana más honesta.

Muchos se vieron afectados por sus decisiones. Hijos no reconocidos, mujeres maltratadas. Pero no hace falta que sea un ser inmaculado. Maradona es un banquete y vos elegís qué mirar y qué valorar. Que cuestiones tomar y llevar a tu vida. De qué alimentarte. Que honrar y qué despreciar. Pero ojo, porque aquello que desprecies, aquello que excluyamos, como diría Bert Hellinger, seguirá retornando de múltiples formas hasta que podamos integrarlo en nuestra vida.

Murió Maradona y el mundo se conmocionó. A mi me generaba tristeza ver lo desmejorado que estaba. Su muerte, el corolario de malas decisiones y de malas compañías de alguna manera pone un freno a ese desmejoramiento progresivo.
Por más que el mundo llora su pérdida, porque a los héroes, a los ídolos se los quiere eternos, el final en su vida no es algo que vea como malo.

Ahora también se verán las miserias. La gente intentando responsabilizar a todo el mundo, los que quieren llevarse una porción de la torta, los interesados, los figuretis… Pero algo va a permanecer en el corazón de cada uno, de aquellos que pueden mirar y valorar. De los que pueden separar el mensaje del mensajero. De los que pueden elegir qué apreciar de ese banquete y de los que pueden mirar sin miedo esa sombra y trabajar la que también está en cada uno de ellos.

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