Cuando en mis consultas viene alguien que dice haber meditado, siempre hago la misma pregunta: «¿Qué tipo de meditación realizaste?»
A diferencia de lo que muchos creen, esta es una pregunta elemental, para saber desde dónde está mirando esta actividad. Me he encontrado con las más variadas respuestas como haber meditado con ángeles, mantras, imaginarse estar en la playa o cosas por el estilo.
La afirmación siguiente más habitual es la de «Es muy difícil poner la mente en blanco». Cuando esto sucede yo ya sé que al menos, no estamos hablando del mindfulness.
Este es un gran mito, creer que la meditación es poner la mente en blanco o que las cosas te dejen de importar.
Hoy quiero diferenciar el concepto de Meditación y el de Mindfulness, mas la siguiente diferenciación refiere más a una forma personal de ver estos dos términos que a una diferenciación clara y acordada por las comunidades científicas y religiosas, ya que, este acuerdo no se ha logrado en los últimos cinco mil años.
La Meditación.
La palabra meditación está relacionada con el uso de la mente, con algún tipo de ejercicio intelectual. De hecho en occidente se usa como un sinónimo de pensar. Meditar sobre algo es pensar sobre ese tema. Viene del latín meditari que implica la raíz med que refiere a medida, y en sí significa «considerar».
A lo largo del tiempo y dependiendo del contexto donde se utilice la palabra meditación tomó diferentes acepciones llegando a utilizarse como sinónimo de contemplación, o para indicar prácticas de recogimiento interno, y prácticas vinculadas con aquietar la mente.
En las tradiciones asiáticas budistas o hindúes, la palabra meditación o meditation no existe como tal. Pero en la traducción se utiliza esta palabra para referirse a las diversos enfoques tanto religiosos como no religiosos que suponen un trabajo con la mente y con el ser.
De esta manera, en occidente, casi cualquier actividad vinculada con la quietud mental o con lograr estados de serenidad se les llama meditación.
Imaginarse en una playa en hawai, con el sonido del mar y el viento rozándonos la cara puede generar un estado de relajación interesante, y eso puede también ser considerado meditación por muchas personas.
De tal manera podríamos decir que en la palabra meditación se engloban diferentes acepciones:
Se la considera como «pensar en algo».
Se la considera como un entrenamiento mental.
Se la considera como el acto de contemplar lo interno o lo externo.
Se la considera como un acto religioso vinculado con la expansión de la conciencia.
Si en cambio nos atenemos a las tradiciones budistas vamos a tener dos tipos de meditaciones principales. Las meditaciones de concentración o Samatha, que sirven para aquietar la mente. Y la meditación que nos conecta al mundo y nos permite verlo tal cuál es, o meditación Vipassana, que supone una purificación por medio de la auto observación. Depende la corriente budista nos podemos encontrar con otros tipos de meditación, como la meditación Tonglen de los tibetanos, por ejemplo.
Mindfulness
El mindfulness es una palabra inventada para traducir el término Sati, del idioma pali. Sati quiere decir algo así (porque también reviste sendos debates) como recordarse estar presente momento a momento. En español se habla de atención plena o atención correcta. En realidad refiere a una forma de estar en el momento presente. No es, en si misma, una meditación sino una facultad que posee el ser humano, una manera de estar en la vida. Para los budistas es el séptimo elemento del óctuple sendero que nos libera del sufrimiento y uno de los siete factores de la iluminación.
Si bien mindfulness es una traducción de una palabra que se utiliza en la tradición budista, en occidente se ha utilizado para desarrollar diversos formatos, como el famoso MBSR de Kabat Zinn, pionero de este tipo de entrenamiento y en quién nos basamos para desarrollar nuestro propio entrenamiento de mindfulness, en zona sur.
Estos entrenamientos, cursos, o como quieran llamarse son realizados para trabajar sobre la salud física y mental. Se ha estudiado científicamente sus efectos a corto y a largo plazo en el cerebro y en el comportamiento con excelentes resultados y esa es la razón por la cual se ha difundido tanto.
La práctica formal en dónde se explica y se aplica sati, tiene que ver tanto con desarrollos de Samatha, concentración en la respiración, como con desarrollos de contemplación más vinculados con la práctica del vipassana o la meditación en la compasión, Tonglen.
Desde mi punto de vista personal, la aplicación y el entendimiento del mindfulness, a diferencia de los otros tipos de meditación, posibilita transitar el presente y las emociones que se despiertan con las diversas situaciones de la realidad, de maneras mucho más ecuánimes y asertivas. Con esto no quiero decir que es mejor, o peor, simplemente diferente. Apunta a cuestiones diferentes y pretende alcanzar objetivos diferentes.
Las prácticas de meditación híbridas (estas donde se plantean diversas visualizaciones para generar estados de tranquilidad o relajación, o aquellas que pretenden dejar la mente en blanco) no promueven la conexión con la realidad tal cual esta es; no pretenden una conexión profunda con la misma ni tampoco poder transitar las situaciones sino más bien evadirlas, evitarlas y ausentarse del momento presente.
Este es el imaginario, que aún persiste en occidente, del meditador: un tipo que se va del presente y que todo le importa nada.
Puede que en última instancia, los logros de este tipo de meditación se asemejen, la verdad es que no cuento con resultados para poder comparar.
En el mindfulness directamente la persona intensifica su conexión con el momento presente, evade distraerse del mismo y desarrolla capacidades emocionales superiores para poder transitar las diferentes situaciones de la vida.
Es por ello que, en función de un trabajo de salud mental integro, considero a la meditación mindfulness, una herramienta mucho más poderosa que cualquier otro tipo de meditación y promuevo por esto la difusión del mindfulness.
Lic. Rodolfo Falcón.
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