Hoy quiero hablarles de un concepto no muy conocido y nada sencillo de definir. Estoy hablando de la asertividad. La asertividad es un aspecto clave, central dentro de la noción de autoestima.
Esta característica, como también la ecuanimidad y la compasión, son el resultado posible del acercamiento de las personas a la meditación mindfulness y hoy quería explorarlos junto a ustedes.
Dentro del budismo la noción de mindfulness o atención correcta, (denominada Sati en pali), y es una de las ocho condiciones para liberarse del sufrimiento, desarrollado por el buda en el Óctuple sendero.
Sólo una, de ocho actitudes, para liberarse del sufrimiento y sólo esa fue tomada por las corrientes occidentales para aplicarlas y para realizar programas como el MBSR o el MYRE que estamos realizando en Lanús.
¿Por qué?
La respuesta no es sencilla pero esbozaré el criterio que yo utilizo para considerar este aspecto del óctuple sendero como el más importante.
Sati, es decir, esta capacidad de recordarse estar presente momento a momento con una actitud de no juicio, aceptando eso que sucede, soltando cualquier deseo de que sea diferente, mirando como si fuera la primera vez que miro algo es, de alguna manera, necesaria para poder desarrollar cualquiera de los otros siete aspectos del sendero.
Es a partir de la atención plena, de esa manera de observar y contemplar (contemplar viene del latín contemplari que quiere decir mirar con atención el espacio sagrado) que uno va desarrollando los otros aspectos propuestos por el budismo, como por ejemplo la conducta ética, la visión correcta, la actitud correcta, el hablar correcto, etc.
Es preciso, a mi manera de entender, que estas actitudes sean consecuencias de esa manera de observar y no una imposición. Ninguna imposición es útil o serviría para que alguien se desarrolle, es a partir de que uno se relaciona a través de «sati», que puede que sucedan estos cambios que lo llevarían a modificar cosas de su propia vida.
Obviamente esto no siempre se presenta de manera radical, ni tampoco de un día para el otro. De hecho la idea de la meditación vipassana (meditación tradicional budista) es que este proceso de contemplación vaya purificando a la persona, y también podríamos decir que este proceso pueda ir descondicionando a la persona. Es así que el proceso de meditación mindfulness no propone nada en particular, no te obliga a que realices ningún cambio, pero puede que la práctica genere ciertas consecuencias. Puede que se desarrollen ciertas actitudes.
Entre ellas una de las que considero más importantes es la asertividad.
La asertividad está relacionada con un comportamiento comunicacional equilibrado y congruente. La persona asertiva no agrede pero tampoco se somete a la voluntad de los demás. Actúa desde un estado interior de autoconfianza en lugar de la emocionalidad limitante típica de la ansiedad, la culpa o la rabia
¿Por qué se da esta consecuencia?
En el cultivo del mindfulness en la vida diaria y en su práctica formal se van produciendo ciertos cambios vinculados con la inteligencia emocional que también irán repercutiendo en la autoimagen, o como suele decirse, repercute en la autoestima.
La posibilidad de reconocer las emociones desde una atención plena permite tomar distancia y no responder de manera emocional innecesariamente. En términos biológicos la práctica regular puede ir achicando la zona de la amígdala y como consecuencia la persona tiene mayor capacidad de responder con sus facultades mentales más elevadas, y no meramente desde su emocionalidad más primitiva.
Por otro lado al ser consciente de la catarata de pensamientos, sin identificarse o engancharse con ellos, permite salir parcialmente de las distintas distorsiones cognitivas cotidianas que lleva a repetir pensamientos negativos sobre uno mismo.
De esta manera, a partir de la práctica formal de la meditación mindfulness podemos constatar que se va desarrollando con mayor facilidad la asertividad, este comportamiento que puede ser de gran beneficio en nuestras vidas sobretodo modificando la relación que tenemos con nosotros mismos.
Escrito por Rodolfo Falcón.
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