A partir de la consulta y de la práctica profesional empiezo a establecer patrones de lo que las personas creen con respecto a sus parejas. Algo así como creencias implícitas que dentro de la pareja llevan a situaciones complicadas. Hoy, en este primero posteo voy a enumerar cinco mitos que he identificado.
1- La pareja ES una relación incondicional.
Me es difícil imaginar una relación social menos incondicional que la pareja. En la pareja, lo que sí hay son acuerdos y una elección que se renueva día a día, pero no incondicionalidad ya que la ruptura de esos acuerdos implica una ruptura en la pareja. Cuando dos personas deciden ya no ser más pareja, entonces simplemente dejan de serlo.
Las únicas relaciones incondicionales son las de las madres con sus hijos y los hijos con sus madres, y ni siquiera en este tipo de relación se respeta en el cien por ciento de los casos.
2- En una relación hay que darlo todo.
La verdad es que darlo todo es tan nocivo como no dar nada. Dar, sin tener consciencia de qué se da, y cómo, más que sumar resta. El que da demasiado amenaza la relación, pues no debería dar más de lo que el otro puede devolver. Hay un límite a lo que se da y lo que se pide del otro.
Si uno da demasiado empieza a actuar como una madre o un padre, obligando al otro desde una postura de poder, a sentirse en deuda. Y no sólo esto sino que puede alimentar la sensación de impotencia en el otro..
Más importante que dar todo es dar y recibir de manera equilibrada.
3- El otro me puede abandonar.
Técnicamente la palabra abandonar está mal usada en esa frase. Pero esto no pasa por una cuestión técnica, sino emocional. El abandono sólo se produce entre alguien con la capacidad y la fuerza de la autonomía y alguien que no puede solo. Esto puede entenderse con niños, es decir, una madre puede abandonar a un niño, pero un niño no puede abandonar a su mamá (salvo que esta esté en un estado incapaz de sobrevivir por si misma). Si el miedo es a que tu pareja te abandone, entonces, probablemente, ese sea un miedo infantil. En las parejas maduras uno decide separarse, y si el que decide es el otro, uno acepta esa decisión y continúa con su vida, pero eso no es un abandono, es simplemente una separación, un alejamiento.
4- Primero los hijos, después la pareja:
Si bien hay unos años donde el niño, cuando es bebé, requiere de mucha atención (sobretodo materna, pero también paterna) y es mimado y adorado; lo más sano para una familia es que el amor de pareja tenga prioridad, que sea primero, y que después esté el amor a los hijos. Los hijos se sostienen en el amor de la pareja. Si la pareja no funciona, entonces debe haber cambios, y cuando estos sucedan siempre lo más importante va a ser los hijos. Pero si en pos de los hijos se abandona la pareja, esta se resiente y afecta a los hijos.
En cuanto se pueda restablecer una vida de pareja más plena, se facilitará el progreso y el crecimiento de los niños por ello una de las estrategias más exitosas de la terapia sistémica para el tratamiento de chicos con problemas es reconstituir la pareja parental posibilitando que estos vuelvan a tener espacios en común, solos.
5- A mi pareja me la banco, pero a su familia no.
Cuando uno se une a otra persona en pareja, se une no sólo a esa persona sino a todo su linaje, a todos sus ancestros, y a su grupo de pertenencia. En él, o en ella, están representados toda su familia. Si no puedo respetar a su familia, tampoco voy a poder respetar lo que en él haya de su familia. Puedo elegir no encontrármelos en una fiesta, pero honrarlos a través de mi pareja suele ser necesario para una relación saludable.
Mi pareja es el resultado de esa familia, y mi respeto tiene que ser hacia el lugar que para él tiene esa familia.