¿Tengo que resignarme a esta vida, a este trabajo ingrato, a este sueldo? ¿Acaso no tengo derecho a soñar en grande? ¿Cómo repercutiría si en vez de resignarme comienzo a aceptar?
Vivimos resignándonos, con todo aquello que no nos gusta de nuestras vidas. Miramos noticieros que nos muestran la triste realidad de lo que nos pasa como sociedad. Y a la vez en nuestras propias vidas tenemos un sin número de cosas que no logramos disfrutar: Nuestro trabajo, el viaje a casa, hacer las compras o la convivencia. Hasta el clima es fuente de malestares: “Con estos días es difícil sentirse bien!” me comentaba alguien el otro día. ¿Es esta la única forma de vivir?
Resignarse.
Vivimos con la sensación de la resignación. Y la resignación, que según la RAE es tolerancia y paciencia a las adversidades, tiene, al menos para nosotros, un matiz muy negativo. En su concepción también hay culpa, desdén y abandono. En parte implica abandonar un ideal, un objetivo. Implica una lucha interna con respecto a lo que uno quisiera y quedarse donde uno está de la manera que está. Entonces, en la medida en que refleja esa lucha, no se siente bien.
A veces para no sentir culpa, actuamos, hacemos algo; entonces buscamos un trabajo mejor remunerado, o nos tomamos el colectivo para no lidiar con el tránsito, nos ponemos los auriculares para escuchar música relajante o jugamos al Candy crush en el celular mientras esperamos en la cola del súper. Entonces sentimos que lidiamos con las irregularidades que el ambiente nos propone y que estamos haciendo algo para no sentirnos mal. Pero siempre presentamos una lucha. Una lucha externa, y una lucha interna. Una lucha externa que se manifiesta en la intención de cambiar, a como dé lugar, de situación, y una lucha interna que no termina de aceptar que yo estoy en la situación que estoy.
Cuando puedas, echa una «mirada» a tu interior para ver si estás creando conflicto
inconscientemente entre lo interno y lo externo, entre las circunstancias externas del
momento —dónde estás, con quién y lo que estás haciendo— y tus pensamientos y
sentimientos. ¿Puedes sentir lo doloroso que es oponerse internamente a lo que es?
Resignarse básicamente consiste en valorar más la idea de lo que sería mejor, que la visión de lo que tengo o simplemente es; consiste en mirar mi realidad desde la idea de lo que yo quisiera, desearía o pienso que tendría que ser y de esta manera catalogar negativamente el presente.
La resignación entonces, esa que nos acompaña a diario, es una cualidad desdeñable, negativa, austera. Es la imposibilidad de conectar sanamente con lo que tengo, y es el apego por aquello ideal, que me falta. Es colocarse subjetivamente en la carencia.
Aceptación.
«Permite que se exprese este momento tal como es.»
En los cursos de Mindfulness y Reducción del Estrés que damos en Remedios de Escalada (zona sur del Gran Buenos Aires) la aceptación es la actitud más importante y más tenida en cuenta. El mindfulness en sí, se trata de mirar el presente desde la aceptación a lo que es. Pero no siempre resulta tan sencillo.
La aceptación es una cualidad completamente diferente a la resignación. Principalmente porque expresa la voluntad hacia el presente de la manera que este es, propone la conexión con el ahora, con lo que está, con lo existente. Propone ver eso, y aceptar eso como lo mejor para este momento, lo mejor y lo único. Implica darle una importancia mayor que a cualquier otra opción ideal o imaginada. Implica un abandonar parcialmente ideales y proyecciones, fantasías o miedos. Implica una relajación en lo que está y un desapego por lo que falta.
«¿Puedes llegar a detectar en tu interior la más leve sombra de no querer estar
haciendo lo que estás haciendo? Eso es una negación de la vida, y por ello no puedes
conseguir un resultado verdaderamente exitoso. Si has sido capaz de detectar esa negación en ti
¿puedes también dejarlo y ser total en lo que haces? «
-Eckhart Tolle-
Aceptar no es abandonar los objetivos; no es no tener una mirada a futuro y no es dejar de querer un futuro mejor. Es hacer que todo eso, ideal, no predisponga a una lucha o a una resistencia con la realidad actual. Generalmente se cree que por querer algo distinto, por pelearme con lo que es, las cosas van a cambiar: Enfermo y como no quiero estar enfermo, rechazo mi enfermedad. Este mecanismo no sólo no me permite comprender a la enfermedad como lo único, mejor y necesario de ese momento, sino que además, me genera la falsa ilusión de que peleándome con lo que es, voy a estar mejor. Pero las consecuencias de estar más apegado a mi deseo de que sea diferente y más desconectado con mi realidad, no me permite poder conectar con ella y fluir.
Entender la realidad como una consecuencia del momento presente, como un devenir de mi acción actual, me integra y me vuelve coherente con el presente.
Cuando aceptas este momento como es, sin resistirte a lo que es, cuando le decís que sí a lo que está sucediendo, es posible que sientas internamente un espacio profundamente pacífico. Ese estado no depende de las condiciones externas ni tampoco de tus pensamientos o emociones.
Cuando aceptas este momento completamente, cuando ya no discutes con lo que es, el pensamiento compulsivo mengua y es remplazado por una quietud atenta.
La práctica de Mindfulness y de la meditación de la compasión, también posibilitan cambios en el cerebro, como dice este artículo, que posibilitan que uno deje de estar en un pensamiento rumiante y auto referencial (del tipo: «por qué me pasa esto a mí») y permite que la persona pueda relacionarse con el presente tal como este es.
Sólo agradeciendo y estando en una completa paz con lo que tengo y lo que soy, voy a poder encaminarme hacia algo mejor. Aceptar es dejar de pelearse con el pasado, con lo que no se obtuvo o lo que no me dieron. Con cómo me afectaron o con que no me quisieron y entender que todo eso estuvo bien en la medida que fue. Es entender que todo eso facilitó mucho de lo que soy y de lo que aprendí. Aceptación es la integración de mi pasado, y de mi presente, e incluso de mi futuro. No tiene que ver con ninguna lucha, ni con un conflicto, y no tiene que ver con abandonar un ideal, porque el ideal está en un segundo plano, en el futuro.
Por esto me gustaría terminar con la pregunta: ¿Qué no estás aceptando en este momento de tu realidad?
Si contestas esta pregunta, seguro estarás encontrando uno de los motivos de tu sufrimiento.
Lic Rodolfo Falcon. M.N. 40467
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